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"TOPOLOGÍA
HERMENÉUTICA, O BIEN HERMENÉUTICA
TOPOLÓGICA",
texto y 20
serigrafías originales de Isidoro
Valcárcel Medina, firmadas
a mano con lápiz por el artista y numeradas por el
editor, y prólogo de Ignacio
Gómez de Liaño.
Medidas de 44 x 32 x
4´5 cms., y 108
páginas.
Edición bilingüe Español-Inglés.
Publicado el año 2005. |
Partitura que se inspira en el arte de la fuga, el tema de este libro es un tema musical consistente en letras y formas que se desplazan rítmicamente en el espacio representado por la página. Esa es su cadencia, su condición topológica, su hermenéutica. Por ello, a este libro se le podría llamar el libro de los desplazamientos.
Si miramos las páginas de la derecha, vemos que, contrariamente a las formas, las letras se desplazan de arriba abajo sin que su movimiento tenga un término absoluto, ya que el camino de abajo es el camino de arriba y, al moverse, trazan un círculo imaginario que está en rotación incesante.
Si ahora nos dirigimos a las páginas de la izquierda, donde el autor va trenzando reflexiones llenas de interés sobre topología y hermenéutica, vemos que, al frente del discurso, las letras se desplazan de izquierda a derecha, de oeste a este, sin que su movimiento tenga tampoco un término absoluto, de la misma manera que el sol en su revolución aparente sigue dibujando un círculo cuando ya ha tramontado el horizonte y desaparecido de nuestra vista. Y, simultáneamente, la mancha manuscrita muestra una línea quebrada, fluvial, de fractura, que atraviesa de arriba abajo la página y se desplaza al mismo ritmo que las letras titulares.
Libro de idas y vueltas (corsi e ricorsi), a la manera de Vico, de ascensos y descensos, a la manera de Lulio, de vaivenes náuticos y fluctuaciones marinas, de oscilaciones pendulares y de estar aquí estando allí, de llenar para vaciar y de vaciar para llenar, de ataques tácticos y de retiradas estratégicas, de estaciones del tren y de estaciones del año, de letras, en fin, y de imágenes, el juego que nos propone Isidoro Valcárcel Medina es el de ver el espacio a través del tiempo y el del oir el tiempo a través del espacio, o sea, el de una topología hermenéutica, o bien una hermenéutica topológica.
Poniendo frente a frente la palabra y la imagen, la sucesión que supone la simultaneidad y la simultaneidad que supone la sucesión, el libro de Valcárcel es también el juego de Laocoonte. Si como imagen, éste nos espera hecho cuerpo y gesto de mármol en su gabinete de la sala-patio octogonal de los Museos Vaticanos, como palabra solicita nuestra atención desde el canto II de la Eneida.
Clamores simul horrendos ad sidera tollit
(Gritos horrendos a las estrellas lanza).
Con lo que está dicho que la Topología hermenéutica, o bien hermenéutica topológica muestra cómo se hace presente lo ausente gracias a la palabra, y cómo se hace ausente lo presente gracias a la imagen; cómo se hace silencio la voz gracias a ésta, y voz el silencio gracias a aquélla o, lo que viene a ser lo mismo, gracias al partido que en el campo del libro juegan, frente a frente, el equipo blanco de la topología y el irisado de la hermenéutica.
De una forma sorprendente por su originalidad, el libro de Isidoro Valcárcel plantea en términos plásticos y expone en los correspondientes filosóficos una de las cuestiones principales de la cultura que podemos llamar moderna, o <<alfabetizada>>. Una cuestión que se hizo especialmente visible cuando en la Grecia del siglo sexto antes de Cristo se empezó a utilizar el lenguaje de forma lógica a fin de proporcionar a la mente teorías abstractas acerca de las cosas. ...
Ignacio Gómez de Liaño
"El libro de los desplazamientos". Fragmentos para el prólogo del libro
"Topología hermenéutica, o bien hermenéutica topológica" |
Si se demostrara que la evidencia necesita aclaración o análisis es cierto que la historia de la cultura recibiría un poderoso apoyo, pero la del arte se sobrecogería de sobresalto. Viene esto a cuento de lo que es hacer un libro de arte como si fuera un objeto sujeto a explicación a causa de ser incapaz de expresarse plenamente por sí. Tal vez, frente a semejante dislate sólo quepa la osadía como actitud y el regodeo como estilo. Es verdad que hay obras que dan de comer a muchos analistas, pero los creadores del arte preferible no se hallan entre los que gestionan esas obras -las consabidas promotoras de los juicios de valor sobre lo que no son valores escuetos-. Si, como algunos piensan, lo palpable nunca es arbitrario, se comprenderá que el arte no se sumerja fácilmente en la comodidad de la interpretación. Es así cómo un empeño que enarbola la hermenéutica a modo de doble razón salvadora, por fuerza ha de ser combativo contra ella y sólo le será dado usarla como diana oportunista. Con frecuencia el arte queda encajonado en una estética que se limita a ser una horma que, como todas las de su especie, nace fija, pero no evidente; reglas fijas, en fin, precisadas de justificación. Por el contrario, un acercamiento ontológico a esa estética almidonada y cultural deja abiertas multitud de salidas hacia la ética de las alternancias, cosa que es lo mismo que proclamar la vía de la creación como recurso frente a la ortodoxia. Y por ello también, un dossier sobre la obviedad de la imagen, exenta de sugerencias y llena de manifestaciones expresas, no debe andar lejos de ser una fuente de limpieza comunicativa. Vale decir con todo esto que nada tan contradictorio como las consideraciones sobre la imagen, ni tan fatuo como la ilustración de la palabra. De ese modo, un espacio declaradamente topológico, esencialista por lo mismo, habría de gozar de una autonomía que le liberara de funciones decorativas y que le permitiera moverse a sus anchas. Tal vez lo que ocurre es que los lenguajes nacen autosuficientes, pero se enrocan en cuanto se sienten solos; seguramente no hay más que la manifiesta debilidad puesta al descubierto en las obras de los hombres. A la vista queda, pues, que las cosas no son sencillas. La hermenéutica es tan circular y egolátrica como una topología en la que la cadena de variaciones, armónicas y reiteradas, lleva de la última otra vez a la primera de ellas. La topología es tan conceptualista y privativa como una hermenéutica en la que la interpretación sucesiva de cada signo emisor no es más que la naturaleza misma del nuevo signo pendiente de ser sometido a interpretación. De aquí deriva que dar a entender este libro aconseje incluir precisiones que, aun resultando sobradas, pueden venir como anillo al dedo a más de uno. Según lo expuesto, la hermenéutica puede definirse como “la traducción a una expresión entendible de lo manifestado de un modo total o parcialmente oscuro”…; o bien como “el examen de las condiciones en que tiene lugar la comprensión”. Por su parte, la topología puede definirse como “el estudio de la idea de continuidad que expresa las propiedades radicales del espacio”…; o bien como “la parte de la geometría que se ocupa de determinar solamente la posición y las propiedades que resultan de esa posición”. Y por si es que hubiera que ser más rotundo (aunque a lo mejor menos exacto), podría decirse que hermenéutica es “el arte de interpretar, en principio, los textos”, mientras que topología sería “el arte de analizar las cualidades de las formas, principalmente”. ...
Isidoro Valcárcel Medina
Fragmentos del libro
"Topología hermenéutica, o bien hermenéutica topológica" |
El azar y la necesidad: Topología hermeneútica, o bien hermeneútica topológica
Se nota, para empezar, que al artista y escritor Isidoro Valcárcel Medina le gusta jugar con las palabras, acariciarlas. Y exprimirlas, sacándoles todo su jugo, como se hace con los buenos limones que da la Huerta, tan sensuales como la piel humana. Y digo bien lo de escritor. Hace unos años ya se atrevió a publicar un libro de poemas, en una época, como él mismo reconoce, rebelde e iconoclasta, en la que los títulos eran más largos que los propios poemas. No en vano, entre sus grandes amigos ha contado con Ángel Crespo, excelente poeta y traductor, ya desaparecido, al que un buen día se encontró en la ciudad de los rascacielos, en Park Avenue. Desde entonces, afirma Valcárcel Medina que dejó de creer en el azar.
Valcárcel Medina, nacido en Murcia en 1937, es conocido en todo el mundo, menos en su tierra. Es uno de los artistas más representativos del llamado arte conceptual. El suyo es un arte que se basa en la proposición, en la búsqueda de consciencia de lo real mediante la participación, como se deja constancia en los libros especializados en la materia. Una de sus últimas creaciones la realizó hace pocos meses cuando el director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona le pidió que llevara a cabo una obra para incluirla en su colección permanente. Valcárcel Medina pintó una pared de blanco con un pincel del número ocho.
Valcárcel Medina es, a la vista está, un espíritu independiente, sin ataduras, de los que siempre ha ido por libre. A su aire. De ahí el mérito de Ángel Pina para conseguir su colaboración en Ahora. Es de los que no ha tenido empacho alguno a la hora de manifestar su enfado por las camarillas en las que se apoyan y confunden los mediocres: “A mí no me molesta que fulano esté hasta en la sopa gracias a que es un apadrinado de mengano, siempre y cuando fulano tenga algo que emocione. En ese caso, lo único que puedo hacer es darle las gracias a mengano. Pero, ¡a ver, dadme algún ejemplo de ese tipo!”. El proyecto surgió, sin embargo, de la manera más sencilla, con un planteamiento sencillo y una resolución sencilla: “Yo era bastante reticente a llevar a cabo el proyecto, pero me han dado completa libertad de actuación”. ¿El resultado? La creación, como deseaba el artista, de una sola pieza, que poco tiene que ver con el clásico texto con páginas ilustradas: “El texto pisa sobre la imagen y la imagen sobre el texto para demostrar que es sólo una obra”. Única e irrepetible.
Los textos y las serigrafías –veinte en total– de esta obra de tan complejo y misterioso título corren a cargo del propio Valcárcel Medina, con prólogo de Ignacio Gómez de Liaño. Un verdadero libro de autor, dicho con todas sus palabras. Un autor que, al margen de su profundo mensaje filosófico, no oculta su fino sentido del humor: Lo que más le preocupa de la obra, una vez concluida y visto su resultado, es la dificultad que va a tener todo el mundo a la hora de tener que colocarla, dadas sus grandes dimensiones.
José Belmonte Serrano
Universidad de Murcia
Fragmentos del catálogo LIBROS CON ARTE
Comunidad Autónoma de Murcia (Marzo 2007) |
Datos técnicos de la edición
Para este Libro de Bibliofilia TOPOLOGÍA HERMENÉUTICA, O BIEN HERMENÉUTICA TOPOLÓGICA, con textos y serigrafías de ISIDORO VALCÁRCEL MEDINA, prólogo de IGNACIO GÓMEZ DE LIAÑO y presentación de ÁNGEL PINA RUIZ, el propio autor del libro ha realizado 20 obras gráficas originales de 43 x 31 cms., cada una, firmadas a mano con lápiz.
La impresión se ha efectuado en "Portada Gráfica S.L." utilizando papel de 240 gramos, fabricado sin cloro TCF, ni agentes blanqueantes ópticos OBA, con certificación FSC.
Las serigrafías originales en "GMS, Serigrafía Artística", sobre papel de 240 gramos, fabricado sin cloro TCF, ni agentes blanqueantes ópticos OBA, con certificación FSC.
Consta de los siguientes ejemplares: para el Depósito Legal 6, del 1 al 295, de la A a la L para colaboradores, en números romanos I a LXX y 15 pruebas de autor, habiendo sido las 20 serigrafías originales de cada libro numeradas por el editor y firmadas a mano con lápiz por el pintor. |
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