ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ
ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ ALBERTO CORAZÓN, VICENTE VERDÚ

"DAMASCO SUITE, notas de un viaje a la ciudad viva más antigua del mundo", relato original de Alberto Corazón , con 20 serigrafías originales firmadas a mano con lápiz por el artista y numeradas por el editor, y prólogo de Vicente Verdú .
Medidas de 44 x 32 x 4´5 cms., y 148 páginas.

Edición bilingüe Español-Inglés.
Publicado el año 2004.


La memoria, ese olvido: Damasco Suite

   Se trata de unas “Notas de un viaje a la ciudad viva más antigua del mundo”. Con textos y serigrafías del propio Alberto Corazón. Y prólogo del escritor y periodista Vicente Verdú. Alberto Corazón se implicó de lleno en el trabajo de la editorial Ahora. Él mismo fue quien propuso a Pina cambiar su imagen corporativa, diseñando un nuevo logotipo para la editorial. No en vano, estaba llevando a cabo una de las facetas por las que había conseguido el Premio Nacional.
    Así se abre la obra al lector: “Me despierto al amanecer./ He tenido un sueño./ Un árbol extiende sus ramas sin hojas, / ramas de las que cuelgan/ pequeños trozos de telas, blancas, rojas y negras...”. Alberto Corazón, amén de pintor, diseñador y tantas otras facetas, es un enamorado de los libros y de su edición. Y un soñador que apela a la memoria, que es el mayor de nuestros olvidos: “Lo importante –asegura– es poder recordar, y poder hacerlo cuando lo necesitas. Aunque recuerdes cosas que nunca sucedieron. Sin memoria no tardaríamos en desmoronarnos”.
   Alberto Corazón es un pintor apasionado, un viajero devorador de nuevos escenarios. Un experto conocedor de los laberintos de la imaginación. Y bien que se nota en su Damasco suite. Vicente Verdú, en el prólogo de la obra, escribe que el aspecto explícito de la pintura de Alberto Corazón “es, paradójicamente, su inquebrantable secreto”. Y añade: “No hay modo de quedarse sosegado o complacido con lo que se ve o advierte a primera vista porque la rotundidad de lo visible delata, como paradoja, un sentido mucho más fuerte detrás”.
    La obra, sexto libro de la editorial Ahora, fue presentada en Madrid, en la Biblioteca Nacional, por su directora, Rosa Regás. Y en este punto también es preciso detenerse para contar una anécdota. Alberto Corazón dejó el libro, ya editado, sobre la mesa de un despacho de la Biblioteca Nacional. Rosa Regás, que advirtió su presencia, sucumbió a la tentación de hojearlo. No pudo evitar el llevárselo a casa. Y al día siguiente le propuso al autor presentarlo allí mismo, e inaugurar para ello una nueva sala, llamada Hipóstila.

José Belmonte Serrano
Universidad de Murcia
Fragmentos del catálogo LIBROS CON ARTE
Comunidad Autónoma de Murcia (Marzo 2007)


   El aspecto más explícito de la pintura de Corazón es, paradójicamente, su inquebrantable secreto. No hay modo de quedarse sosegado o complacido con lo que se ve o advierte a primera vista porque la rotundidad de lo visible delata, como paradoja, un sentido mucho más fuerte detrás. No un sentido diferente a lo que se observa, ni tampoco una estratagema de sentidos complejos, sino que cada forma posee en su interior una potencia difícil de revelar y sólo alcanza a manifestarse a través de su modo henchido y exacerbado. ¿Un discurso extraño? Más bien un discurso fundacional o trascendente. Discurso que no puede en realidad hablarse o de la clase correspondiente a la sentencia de Celine cuando afirmaba que «nada es más terrible que lo que no se ha dicho». Así las formas y colores de Alberto Corazón no forman parte de lo que se dice, de la clase del lenguaje que se articula o circula, se interpreta, se entiende y se asimila. Precisamente los mensajes nutricios de su arte son imposibles de metabolizar y muchos, incluso, imposibles de encuadrar. Son, en suma, antes objetos puros que traducciones de la objetividad, trozos de mundo en crudo más que interpretaciones de la mundanidad. Cada uno de ellos, en dos o tres dimensiones, se incorporan a nuestro entorno como nuevas muestras telúricas que, como en los mitos, comportan cábalas e inspiraciones para vivir. La totalidad de las creaciones de Alberto Corazón son por ello como efectos naturales; o sobrenaturales. A menudo innegociables, definitivos, únicos, porque su manera de producir arte se ha integrado con la obra de la Naturaleza del Mundo, de manera que alguna vez acaso se entenderá que este artista no compite con otros artistas sino que forma parte del sentido primordial de las cosas que existen, viven eternamente o perdurablemente continúan en su mutismo.
   Mundo mudo o mudo mundo. El máximo abrazo con aquello verdaderamente importante no desprende una partícula de ruido. El mutismo con que nos aferramos a la pintura de Alberto Corazón proviene del silencio mineral con el que se ha forjado, en cuanto cosa o imagen. En esta dialéctica, básica y hasta abisal, se funda la poética de Alberto Corazón y el imponente respeto que suscita. No hay palabras capaces de moderar lo expuesto sobre el cuadro, ni el cuadro mismo. Como no hay palabras tampoco para explicar el sentido de un poema. Los buenos versos son aquéllos que comunican no por su significado transmisible sino que actúan mediante el retumbo directo de sus palabras en la carne. Así es, en definitiva, la pintura de Alberto Corazón. Una pintura que estimula al ser humano en su condición matérica y al que se refiere siempre como otra obra tangible. Nada, por tanto, posee mayor atractivo e importancia en la obra de Alberto Corazón que la interacción física con el sujeto, el contacto del ojo y la piel del espectador con la composición propuesta. En ese trance, cara a cara, silencio a silencio, la obra encuentra a su amante ideal, la primera condición humana, y la condición humana tropieza con otra nueva materia primigenia. ...

Vicente Verdú
Fragmentos del prólogo para el libro "Damasco Suite"


Me despierto al amanecer.
He tenido un sueño.
Un árbol extiende sus ramas sin hojas,
ramas de las que cuelgan
pequeños trozos de telas, blancas, rojas y negras,
y también hojas de estaño
en las que está escrita una sola palabra,
y yo sé que tengo que leer esas palabras en un cierto orden.
Comienza a nevar en mi sueño
pero no siento nada de frío.

El zouc es una laberíntica red de galerías
subterráneas que, más que construída,
parece tallada en la piedra.
Bóvedas bajas y estrechas
pasillos por los que, además, circulan
bicicletas, motocarros, asnos pequeños y
blancos, cabalgados por críos que
les azuzan para ir más rápidos.

Cada arteria de esta trama
es la calle de algo, de telas,
pieles, correajes y sedas para beduinos,
de lanas de oveja, de cabra, de camella,
apiladas en sacos, de cintas de colores,
cuerdas, pasamanería y cordeles de
todas las clases imaginables,
la callejuela de oro,
sólo piezas de oro y sin nada más
que oro, de carne, que van cortando
directamente del becerro y los corderos,
a los que cuelgan de las patas traseras,
de los zapatos o de las especias
y de los frutos secos.

Alberto Corazón
Fragmentos del texto para el libro "Damasco Suite"


Datos técnicos de la edición

Datos técnicos de la edición

Para este Libro de Bibliofilia DAMASCO SUITE, con textos y serigrafías de ALBERTO CORAZÓN, prólogo de VICENTE VERDÚ y presentación de ÁNGEL PINA RUIZ, el propio autor del libro ha realizado 20 obras gráficas originales de 43 x 31 cms., cada una, firmadas a mano con lápiz.

La impresión se ha efectuado en “Industrias Gráficas Jiménez Godoy, s.a.” utilizando papel de 240 gramos, fabricado con pura celulosa ECF, con un pH neutro.

Las serigrafías originales en “GMS, Serigrafía Artística”, sobre papel de 240 gramos, fabricado con pura celulosa ECF, con un pH neutro.

Consta de los siguientes ejemplares: para el Depósito Legal 6, del 1 al 295, de la A a la L para colaboradores, en números romanos I a LXX y 15 pruebas de autor, habiendo sido las 20 serigrafías originales de cada libro numeradas por el editor y firmadas a mano con lápiz por el pintor.

El diseño correspondió a Pedro Manzano.